El arte de mirar hacia adentro
No es necesario que sea Navidad, Año Nuevo o Semana Santa, para reflexionar como ha sido nuestra vida.
En cualquier fecha deberíamos preguntarnos ¿soy la persona en la que me quería convertir?, ¿estoy en el lugar correcto y con las personas indicadas?, ¿cómo hago sentir a los demás con mi actitud? y ¿qué conductas positivas o negativas prevalecen en mi vida? No puedo responder por los demás, pero creo que cada uno sabe la verdad.
Para darnos cuenta de cómo somos, debemos prestar atención a los pequeños detalles de la vida cotidiana, por ejemplo, ¿qué es lo primero que hago al despertar?: desayuno, reviso el celular, saludo a mis seres queridos o hago ejercicio; ¿con que actitud voy al trabajo?: con ganas de aportar algo o con la intención de que sólo pase el día hasta que llegué la quincena; ¿cómo es el contacto con mis seres queridos?: por celular, mensajes o de manera personal y ¿cómo mejoro como ser humano?: me hago responsable de mis actos o dejo que la vida me lleve a donde sople el viento.
En ocasiones es necesario visualizar nuestro futuro para comprender que necesitamos hacer hoy, por ejemplo, si no ahorramos en el presente tendremos una vejez con carestía y si no cuidamos nuestra alimentación tendremos una salud mermada.
A veces tenemos que sembrar para cosechar a largo plazo como estudiar una carrera universitaria o tener un fondo de ahorro para el retiro, pero también hay cultivos que se cosechan rápido como una comida familiar, un café con los amigos o jugar con los hijos. Esos momentos de felicidad se cosechan casi al instante, pero como florecen tan rápido, no nos percatamos de ello.
Si ya nos hemos dado cuenta qué hay algo que debemos mejorar, tendremos que cambiar nuestros hábitos.
Los hábitos son secuencias repetitivas de conductas, por ejemplo, el cepillarnos los dientes, abrocharnos las agujetas, salir a dar un paseo por la tarde o tomar café todas las mañanas. Los hábitos están registrados a nivel fisiológico a través de las terminales nerviosas. Las neuronas (células que forma parte del sistema nervioso) al conectarse entre sí forman enlaces llamados sinapsis. Con nuevos conocimientos o nuevas conductas establecemos nuevas sinapsis.
Cuando hacemos conductas reiteradas, los impulsos nerviosos siempre transitan por la misma carretera, ya que la insistencia de la misma conducta produce un fenómeno denominado facilitación sináptica, la cual determina que el impulso nervioso a pesar de poder elegir otros caminos, siempre selecciona la misma opción.
Por eso es muy difícil desenamorarse porque nuestro sistema nervioso estaba acostumbrado a ciertas actividades con alguna persona en particular; también es difícil sobrevivir sin una taza de café o fumar por las mañanas, ya que nuestro cerebro lo necesita para saber que ha comenzado el día.
Si me he dado cuenta de un mal hábito que necesito cambiar, debo crear nuevas facilitaciones sinápticas, remplazándolo por conductas positivas reiteradas durante 21 días para crear nuevas rutas sinápticas.
Por lo que, si deseo contar con una dieta más balanceada, deberé hacer el esfuerzo de 21 días de abstenerme de alimentos altos en carbohidratos o grasas saturadas hasta que se me vuelva hábito comer sanamente; sí deseo mejorar mi salud, deberé hacer el esfuerzo de levantarme todos los días más temprano y sí deseo tener dinero para una inversión a futuro deberé de aprender a ahorrar y no gastarme todos los días los veinte pesos en el café.
Si deseamos llegar al futuro que queremos, deberemos realizar pequeñas acciones todos los días.
Nuestras acciones se convierten en hábitos y los hábitos en nuestro destino.
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