Entorno sin violencia

Algunos entornos familiares violentos pueden contribuir a que los niños o jóvenes puedan ser acosadores dentro del ámbito escolar o que tenga una relación tóxica en su adolescencia, ya que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

Es decir, la violencia que viven dentro de casa se traslada a la escuela porque es la única forma de interacción que conocen, si hay faltas de respeto entre los padres de familia, los niños pensarán que así es como se vive el amor, ya que ese tipo de interacción es algo normal, haciéndolo parte de su personalidad como un introyecto, el cual es un mecanismo, por el que integramos determinadas ideas, normas, conceptos desde que somos pequeños sobre lo que está bien o mal, aprendiéndolo generalmente de personas significativas como son los padres, maestros o abuelos.

Por lo que, es relevante trabajar con los padres de familia para hacerles ver que la violencia no es algo natural y que los hijos tienen derecho a desenvolverse en un ámbito sano y protegido.

No obstante, la violencia no sólo es directa con golpes, malos tratos o palabras hirientes, sino también con el abandono y la falta de límites, ya que son los adultos los que deben normar las pautas de conducta dentro del hogar.

Asimismo, el abandono hace que los padres no estén al pendiente de los programas de televisión que ven sus hijos ni el tipo de videojuegos a los que tienen acceso ni de la nociva información que se encuentra en internet, lo que contribuye a la desensibilización del dolor ajeno y vivir en un mundo light donde no hay límites.

Por otra parte, puede ser que los padres de familia no ejerzan una agresión directa en casa pero a su hijo con tal de consentirlo le compraron el juego de San Andrés que es 100% violento y les enseña a los jóvenes a robar, a matar, a no respetar a la autoridad y a pensar de que sus actos no tienen consecuencias. Por lo que, el estar viendo de manera constante este tipo videojuegos contribuye a la normalización de la violencia.

También la comida chatarra contribuye a la agresividad porque genera un shot de energía que puede convertirse en ansiedad. El exceso de azúcar afecta el cerebro de los niños y de los adultos, hace que suba y baje de repente la energía, lo que provoca cambios de humor. Los colorantes y conservadores son muy agresivos para el organismo y el  glutamato de sodio nos hace adictos, produce sueño, hinchazón y mucha sed.

 

Por lo que mi recomendación es que sí eres padre o madre de familia, revises la clasificación de los videojuegos conforme a su edad, que bloquees los videos o contenidos violentos de las redes sociales y buscadores de internet, que revises el contenido nutritivo y energético de los alimentos y que además de ello todos los días le digas a tu hijo que lo amas, que es lo más importante para ti, que le enseñes a respetarse a sí mismo y a los demás.

Si no tienes hijos, reflexiona acerca de lo que ves, escuchas, lees o la gente que te rodeas, porque no solamente te alimentas de pan, tortilla, carne o fruta, sino también, de lo que entra a tu mente y corazón.

Finalmente, sí está en tus planes trascender en esta vida, acuérdate de transmitir algo positivo a los demás, que aporte algo a la evolución de la humanidad.

 

Adelina TrejoColumnaHaciendo las pacesOpinión