Mi aprendizaje de Japón

Hace dos años hice con mis mejores amigas un viaje que cambió mi manera de ver la vida, mi salud, mis valores y la disciplina, esa aventura fue a Japón.

Al principio teníamos pánico de viajar, sobre todo por la barrera del idioma, de la comida, de las costumbres y del respeto a las reglas y a la autoridad.

Sin embargo, al llegar descubrimos una sociedad impresionantemente amable, sencilla, con actitud de servicio. Todas las personas a las que preguntamos una dirección se detuvieron a explicarnos con señas o a través del celular, como llegar a nuestro destino.

La gente se formaba para tomar el tren, subía o bajaba las escaleras únicamente del lado derecho, para que las personas que llevaban prisa pudieran pasar por el otro extremo. Los pasajeros del tren se hacían a un lado para dejarte bajar del vagón, sin ningún grito ni empujón.

No escuchabas a la gente hablar o escuchar música a todo volumen por respeto a los demás, nadie comía ni fumaba en la calle, ya que había establecimientos para ello. Lo extraordinario es que veías a niños desde los cinco años que se iban solos a la escuela por la seguridad que había en el país, ya que los delitos más graves eran el robo de paraguas o de bicicletas, los estudiantes, no tenían miedo, ni de los secuestros, ni de los asaltos, ni del vandalismo, porque sabían que, si tenían algún problema en la calle, era seguro que un adulto les brindaría apoyo.

Asimismo, la higiene y cuidado de su salud, es muy relevante para ellos, toda vez, que fui en verano y hacia demasiado calor, todas las personas cargaban un pañuelo o una toalla para limpiarse el sudor, uno observaba a las mujeres con bloqueador, sombrero, guantes para cuidar su piel. Para estar cómodas las mujeres llevaban sandalias o tenis para ir al trabajo, los hombres no complicaban su atuendo, porque todos llevaban pantalón obscuro y camisa blanca, cabe decir, que esto lo noté en entidades como Osaka y Kioto, porque Tokio es más cosmopolita. En esas ciudades todos eran iguales, nadie te trataba mal por no llevar ropa de marca.

Sin embargo, lo que más me asombró fue ver a los adultos mayores de entre 70 y 80 años, siendo independientes, con una gran salud debido a su dieta basada en gran parte por arroz, pescado, verduras y té verde, asimismo, la mayoría seguía movilizándose en sus bicicletas por toda la ciudad.

También, era muy común encontrarse con templos, con muchos visitantes, ya que para ellos es muy relevante su crecimiento espiritual.

No obstante, a pesar de ser un país con mucho respeto a las antiguas tradiciones, también es una sociedad que ve hacia el futuro, prueba de ellos es el Museo Nacional de Ciencias e Innovación Miraikan, ubicado en Tokio, donde puedes visitar parte de una nave espacial, ver el espectáculo del robot de Honda, donde ya interactúa con los humanos y los androides que ya pueden entablar una conversación sencilla con los humanos.

Por lo que ese país me enseñó a que debo cuidar mi alimentación y hacer ejercicio desde esta edad, por si quiero llegar a los setenta u ochenta años con perfecta salud, que debo respetar mi cultura, tradiciones y familia, porque de ahí vengo, no obstante, que puedo mirar hacia el futuro, soñando que habrá energías limpias y máquinas que harán nuestra vida más sencilla y agradable.

Si Japón pudo lograr todo esto, a pesar de la explosión de las bombas atómicas, el Tsunami y el problema en la planta nuclear de Fukushima, México también puede.

Adelina TrejoCultura JaponesaHaciendo las pacesJapónOpinión