Pensamiento colectivo & conciencia personal

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La Real Academia Española define a la conciencia como el “conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios”, así como también el “conocimiento claro y reflexivo de la realidad”, es decir, como el ser humano percibe el mundo.

Cabe señalar que la conciencia, no es algo fisiológico, como respirar o sintetizar los nutrientes de los alimentos que consumimos, sino se trata de un conocimiento reflexivo de las cosas y de la actividad mental. Es importante decir que los que están a nuestro alrededor no pueden percibir los detalles de nuestras reflexiones.

Como seres humanos la conciencia nos ayuda a decidir y hacernos responsables de nuestras actos, nos permite tener una noción de lo que somos y de nuestro entorno, es uno de los elementos que asegura la supervivencia del hombre, por ejemplo, un niño de 6 años probablemente ya sabe que debe fijarse al cruzar la calle para no ser atropellado; una mujer es consciente que es peligroso caminar sola en un lugar obscuro, y un adolescente sabe del riesgo de manejar cuando se encuentra en estado de ebriedad.

Pero porque de repente se va a descansar nuestro Pepe Grillo y no pensamos en las consecuencias de nuestros actos, por ejemplo, cuando vamos a una fiesta y vemos que empiezan a molestar a alguien y todo el mundo le hace segunda, y terminan por lastimar a alguien. Cuando regresa la conciencia, ya es demasiado tarde.

Esto lo vemos seguido en la televisión, como cuando se sale de control una riña de aficionados del fútbol, en una marcha, o cuando hay día de ofertas, sólo es necesario que una persona prenda la mecha para que se provoque un incendio y todo se salga fuera de control.

Es como si no tuviéramos conciencia y hacemos lo que los demás indiquen, para sumarnos al pensamiento colectivo. Esto sucede en las redes sociales, donde solamente se leen descalificaciones sin sentido, no existen un intercambio de ideas y si las hay, las desacreditan porque van en contra de lo que piensa el grupo.

Poco a poco hemos desestimado la información estadística como la del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de los científicos, de los índices de la violencia, como si al desacreditarlas, no existieran las problemáticas y al hacerlo, estamos negando fenómenos relevantes para el país.

Los datos sirven para tomar decisiones, por lo que sí vamos a debatir en redes sociales, medios de comunicación o en un café con los amigos, que sea a través de datos fidedignos.

Por eso es necesario, tener un pensamiento crítico, analizar lo que estamos leyendo o diciendo y que nuestra fuente de información no sea un meme, sino una noticia de un medio o institución acreditada.

La maravilla del ser humano de tener conciencia es poder discernir entre el bien o el mal, de reflexionar sobre el tipo de información que está entrando a nuestra cabeza, de analizar sí los programas de televisión sobre narcos nos dejan algo bueno, de revisar sí los programas donde se ríen y humillan de los participantes nos hacen mejores personas.

Porque la información, entra sin filtro a nuestro cerebro, es como cuando vemos una foto chistosa de algún compañero en una red social y le damos like porque todos así lo hacen, sin saber que con cada me gusta, estamos dañando su autoestima y valía personal.

Lo recomendable es analizar la situación antes de emitir una opinión, no hay que dejarnos llevar por lo que piense la mayoría, sino por lo que diga nuestra conciencia.

 

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