Mensaje del senador Ernesto Cordero ante el Pleno del Consejo de la Federación de la Asamblea Federal de la Federación de Rusia.

200

Honorable señora Valentina Matvienko, presidente del Consejo de la Federación de la Asamblea Federal de la Federación Rusa.

 

Miembros de esta Honorable Asamblea:

 

Dobroye utro! ¡Buenos días!

 

Es para mí un gran honor dirigirme este día al Pleno del Consejo de la Federación de la Asamblea Federal de la Federación de Rusia. Sin duda, visitar la patria de Tchaikovsy y Shostakóvich, de Dostoyevski y Tolstói; de Chéjov y Nabokov; es una experiencia única que permite conocer un país rico en cultura, con una diversidad de naciones característica, un inmenso territorio y una vasta historia.

 

Los orígenes de nuestros pueblos nos recuerdan la manera en que es posible la convivencia de naciones con culturas, idiomas y religiones distintas. Asimismo, hemos sido cuna de importantes movimientos transformadores del siglo XX y ocupamos hoy lugares fundamentales en la dinámica mundial, lo cual nos coloca en una singular simpatía mutua.

 

A partir del establecimiento formal de relaciones diplomáticas en 1890, construimos una relación de cordialidad que derivó en la invitación del Zar Nicolás II a México, para participar en los Congresos de la Paz en La Haya; y el envío de una nutrida delegación rusa en los festejos del Centenario de nuestra Independencia en 1910.

 

Después de algunos años de distanciamiento, reestablecimos el vínculo en 1923 con la naciente Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, siendo el primer país en América en hacerlo. Fruto de esta etapa de la relación, tuvimos el privilegio de recibir a la primera mujer embajadora en la historia del mundo, la señora Alexandra Kolontái, embajadora y representante comercial de la Unión Soviética en México.

 

Durante la segunda mitad del siglo XX se desarrolló un fluido diálogo político y de cooperación, capaz de trascender las rivalidades de la Guerra Fría. El país recibió la visita del vicepresidente del Consejo de Ministros de la URSS, Anastas Mikoyan, en 1959. Cuatro años después establecimos el grupo interparlamentario México-Unión Soviética, y en 1973 el presidente mexicano Luis Echeverría realizó la primera visita de un Jefe de Estado mexicano a Moscú.

 

No dudamos en reconocer a Rusia como sucesor de la Unión Soviética en 1991, comenzando una nueva fase de la relación común, caracterizada por un impulso particular dado por el presidente Vladimir Putin, quien fue el primer presidente ruso en realizar una visita oficial a nuestro país en junio de 2004; y que fue correspondida por el presidente Vicente Fox un año después. Ambos encuentros fueron el punto de partida de una más intensa y estrecha relación entre México y Rusia.

 

Recuerdo con mucho agrado la visita, hace exactamente cinco años, que realizó la presidenta Matvienko, el 15 mayo de 2013, en la que tuve el honor de recibirla en sesión solemne del Congreso Mexicano. En dicha ocasión, coincidimos en la necesidad de afianzar los lazos parlamentarios y de amistad, a través de la firma de un histórico Convenio de Cooperación.

 

Asimismo, tuvimos la oportunidad de encontrarnos de nuevo cuando pude visitar, en octubre del año pasado, la majestuosidad de San Petersburgo, en el marco de la 137a Asamblea de la Unión Interparlamentaria.

 

Hoy, con esta visita, reafirmamos el compromiso de un país que ve a Rusia como un importante actor de las relaciones internacionales y con quien queremos reforzar lazos de amistad y cooperación.

 

Nuestros países han sufrido importantes transformaciones a lo largo de los 128 años de relación común. Hace más de 30 años mi país, México, inició un proceso de modernización y transformación hacia una economía abierta al mundo; pasamos de ser un país que únicamente exportaba petróleo, a una potencia exportadora que envía al mundo manufacturas con alto contenido tecnológico. Hoy México es una de las economías emergentes más respetadas en el mundo.

 

Gracias a un sistema financiero sólido y robusto, hemos sorteado entornos financieros internacionales complejos, como la crisis de 2008, y somos un país de bajo riesgo que puede emitir bonos en los mercados internacionales a un plazo de 100 años, sin ningún problema.

 

De igual forma, en los últimos años promovimos importantes reformas en temas como combate a la corrupción, justicia penal, acceso a la información pública, rendición de cuentas, modernización de los sectores energético, financiero y de telecomunicaciones. Se facilitó la movilidad laboral, la competencia económica y se impulsó la educación de calidad.

 

A la par, hemos mejorado la calidad de vida de los mexicanos. Entre 1990 y 2016, en 26 años, mejoramos como país en todos los indicadores sociales: Aumentó la esperanza de vida al pasar de 71 años a 77 años. Decreció la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años, de 47 a 13. La inscripción escolar en secundaria subió de un 53% a un 91%. Hoy, casi la totalidad de los mexicanos tienen acceso a la energía eléctrica y al agua potable.

 

Asimismo, transitamos hacia un sistema de partidos políticos plural y de candidaturas independientes, soportado en instituciones sólidas y un estricto apego al Estado de Derecho.

 

Nos afianzamos como un Estado democrático y de libertades basado en principios como el federalismo, la pluralidad, igualdad de género, los derechos humanos e impulsor de una sólida estrategia diplomática que nos ha llevado a ser parte de los procesos internacionales más relevantes de los últimos años, acercándonos a naciones amigas como Rusia.

 

Hoy, Rusia y México cuentan con 14 instrumentos bilaterales en diversas materias y compartimos membresía en Naciones Unidas, la Unión Interparlamentaria, la Organización Mundial de Comercio y el G20, lo que nos posiciona como un socio clave en América Latina.

 

Así como Rusia ha sido clave para la estabilidad mundial en los últimos doscientos años, a nuestros países nos une un anhelo por un mundo multipolar en que el diálogo sea clave de la resolución de los conflictos y se consolide la cooperación para la implementación de la Agenda 2030, y hacer frente a las nuevas amenazas de nuestros tiempos, terrorismo internacional, delincuencia organizada y cambio climático.

 

Las economías rusa y mexicana se complementan cada vez más con un amplio potencial de crecimiento, que fue reconocido en la reunión entre los cancilleres Luis Videgaray Caso y Serguéi Lavrov, ocurrida en noviembre del año pasado en esta ciudad.

 

En la última década, el comercio bilateral pasó de 340 millones de dólares en 2000, a un consistente intercambio anual de mil 700 millones de dólares anuales en 2017. Más que la cifra, todavía por debajo del potencial que representan 120 millones de mexicanos y 144 millones de rusos, es reveladora la composición de nuestro comercio.

 

Mientras México cuenta entre sus principales exportaciones a Rusia: autopartes, tequila, electrónicos e instrumental médico; importamos de su país principalmente material para la industria siderúrgica, urea, diversas sustancias químicas y trigo. Como lo dije, no somos ya economías en competencia, somos economías complementarias y deberíamos aprovecharlo. Tenemos la capacidad de proveerles diversos productos que ustedes no producen, que no crecen en su tierra, como naranjas, limones, piña y aguacate, por ejemplo.

 

El panorama de la Inversión Extranjera Directa es igualmente alentador, como lo muestra el incremento de más de 400% de los flujos de inversión rusos durante los últimos cinco años, al alcanzar un flujo de 13.2 millones de dólares en 2017. Estas cifras reflejan una tendencia positiva clara, pero evidentemente abajo del potencial que deberíamos de tener.

 

Tan sólo en los últimos años, alrededor de 56 empresas rusas se han instalado en México, como Silovye Machini con hidroeléctricas en Nayarit y Jalisco; Sukhoi que vendió 22 aviones Superjet-100 a la compañía aérea mexicana Interjet; Uralchem con la producción de fertilizantes; Lukoil que obtuvo dos contratos para la exploración y extracción de hidrocarburos y Gazprom, a través de la exportación de gas a nuestro país.

 

De acuerdo con el Banco Central de la Federación de Rusia, el stock de inversión mexicana en ese país, en Rusia, asciende a 7 millones de dólares. La firma Gruma inauguró en octubre de 2017 su nueva planta en Moscú, con una inversión de 50 millones de dólares, a través de la cual buscará expandir su alcance local en los segmentos de tortilla y nachos, y estima que la producción diaria será de 70 mil toneladas, con la meta de alcanzar 140 mil toneladas en 2019.

 

En enero de 2016, Kidzania inauguró su centro de entretenimiento, el cual representa su tercera metrópoli en Europa y la vigésimo primera en el mundo.

 

En septiembre de 2015, la empresa mexicana Nemak, dedicada a la fabricación de componentes de automóviles, realizó la apertura de su primera planta en Rusia, la cual está situada en la zona industrial Zavolzhye, cerca de Ulyanovsk. Se estima que la inversión en el proyecto representa aproximadamente 7 millones de euros.

 

También es importante señalar que las inversiones mexicanas en Rusia de la empresa armadora de autopartes Nemak, lleva ya varios años operando en este país.

 

El diálogo bilateral incluye la ciencia y la cultura, al responder a la riqueza de naciones milenarias, como las nuestras. Ejemplo de ello son las exposiciones que hemos recibido en México durante la última década; la exposición “Zares, Arte y Cultura del Imperio Ruso”, en el Museo Nacional de Antropología e Historia de México o nuestra exposición, aquí en el Ermitage, de “México, un Viaje a la Tierra de los Dioses”.

 

Rusia y México nos encontramos ante una oportunidad histórica para los vínculos bilaterales y nuestra posición en el concierto internacional. En los 128 años, desde que establecimos relaciones diplomáticas, los periodos de mayor acercamiento han coincidido siempre con las grandes transformaciones en el escenario internacional. Vivimos un proceso de reconfiguración de ese escenario, cuyo alcance todavía no podemos vislumbrar del todo, pero sabemos que traerá nuevas dinámicas en las relaciones internacionales.

 

El momento es propicio para un nuevo impulso ruso-mexicano. Nuestra relación ha estado siempre marcada, por un lado, por la simpatía emocional; y por otro, por la geopolítica. A estos factores hoy se añade la convergencia de intereses económicos. Es, en última instancia, una gran oportunidad que tenemos que aprovecharla juntos.

 

En pocas semanas, varias ciudades de su país albergarán una de las competencias deportivas más importantes del mundo: la Copa Mundial de Futbol, en la que México participará con mucha ilusión y entusiasmo. Estoy seguro de que este evento será una oportunidad para acercarnos.

 

Miles de turistas mexicanos visitarán su país y tanto estadios como calles se verán inundadas por banderas mexicanas. Estoy seguro de que el pueblo ruso nos abrazará con simpatía y cariño y, al mismo tiempo, miles de personas de México podremos conocer de Rusia y de su hospitalidad.

 

Les deseo el mayor de los éxitos en este evento, que es una gran oportunidad para acercar al mundo.

 

Amigas y amigos,

 

México y Rusia están llamados a jugar un papel relevante en el orden mundial. Somos sociedades con profundas raíces históricas y culturales, y eso nos hace hermanas y hermanos.

 

México y Rusia son y seguirán siendo amigos y aliados para buscar un mundo mejor, un mundo más próspero, un mundo más justo y un mundo más ordenado.

 

Muchas gracias. Bol’shoye spasibo.

Los comentarios están cerrados.