La otra cara de la devoción

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Año con año, en el mes de diciembre, millones de peregrinos de toda la República Mexicana, asisten a la Basílica de Guadalupe a visitar a la Virgen del Tepeyac, ya sea para dar gracias por las buenas rachas, las bendiciones, los milagros y demás, o para pedir un favor especial o la intercepción divina en la vida del creyente.

El gobierno se encarga durante estas fechas de resguardar la seguridad de las personas: entrega alimentos, brinda atención médica, e incluso apoya a turistas con mapas de la zona; se vive una fiesta de armonía y devoción en las orillas del cerro donde supuestamente San Juan Diego fue elegido por Guadalupe para ser quien avisara a las autoridades eclesiásticas en donde construir su templo.

Sin embargo, a pesar de la buena fe de las personas por pedir un milagro o simplemente rezar en agradecimiento por las cosas positivas, cada vez es más notoria la inconsciencia de muchos visitantes de la Basílica, básicamente en dos temas, la generación de basura y el abandono de canes en las calles aledañas al templo.

Tan solo en este año, elementos de limpieza recogieron más de 700 toneladas de basura, ¿es realmente necesario generar tanta? Por qué no buscar un bote donde depositarla o simplemente abstenerse de usar el asfalto como composta. Por otro lado, 29 perros fueron abandonados entre el 11 y 12 de diciembre en la Basílica de Guadalupe; ¿dónde queda la empatía y la supuesta “humanidad”? Afortunadamente estos caninos ya han sido atendidos por asociaciones civiles de la alcaldía Gustavo A. Madero.

Finalmente queda decir, señor peregrino, vendedor, o vecino, no sea imprudente y sea claro, la espiritualidad no es pretender ser bueno cada 12 de diciembre; creo que, al ser empático, limpio y buen ciudadano, le brinda mejor ofrenda a la Virgen que sangrándose las rodillas.

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