¿La inasistencia de AMLO al G20 resulta trágica o mágica?

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Vale la pena distinguir entre ambos escenarios, y no es para menos, tomando en consideración que Andrés Manuel López Obrador es el único presidente que no asistirá al principal espacio de deliberación política y económica del mundo, acuñando así, una forma diferente de participar a través de interpósita personae, en la figura de Marcelo Ebrard y del Secretario de Hacienda Carlos Urzúa.

 

Lo anterior, pone de manifiesto que los motivos poco claros de su inasistencia no constituyen propiamente un desaire, ni mucho menos una afrenta política en contra de dicho grupo, o bien, de algún personaje en particular, como muchos vaticinaron como probable pretexto ante un inminente desdén por parte del presidente Donald Trump, y en mi opinión no considero que ése supuesto, sea el motivo principal que imperó en la determinación del Ejecutivo.

 

Por otra parte, trasladar una misiva presidencial a Osaka, Japón, resulta no solamente una práctica poco ortodoxa, sino más bien, podría considerarse como una epístola licenciante y anecdótica a nivel cumbre de líderes, que muy seguramente dará de que hablar a los otrora mandatarios y demás presidentes de las organizaciones internacionales mundiales y regionales que son socias (ONU, FMI, OIT, OMC, OMS, OCDE, etc.)

 

Bajo ese contexto, resulta difícil de creer que una simple comunicación escrita cuyo texto probablemente finalice con la vanagloriada frase Juarista: “Among Individuals as among Nations, respect for the rights of Others si Peace”, sea necesariamente suficiente y bastante para abonar en la búsqueda de soluciones de manera coordinada a los problemas globales de la economía mundial, tales como nuestra actual crisis arancelaria-migratoria, cambio climático, entre otros.

 

Lo anterior es así, porque se cree que el simple pronunciamiento por parte de Marcelo Ebrard, en representación de AMLO para impulsar el Plan de Desarrollo Integral para el Sur de México y Centroamérica, no será suficiente para que la propuesta sea bien asilada entre los participantes, porque si bien muchos diplomáticos coinciden en que la mejor política exterior, es la interior, lo verdaderamente cierto es que para asegurarse de que dicha propuesta sea bien arropada entre los miembros, no basta “echarle más agua al caldo, ni más crema a los tacos”, sino como diría el propio AMLO, hacerse presente como rezan los viejos y sabios adagios populares: “santo que no es visto, no es adorado” y “el interés tiene pies”; empero, le brinda nuevamente la oportunidad a nuestro Canciller de brillar por luz propia, eso sí, a la sombra de otro.

 

IN LOCO PARENTIS. Trágico sería que durante la participación sui generis de los emisarios de AMLO, los plazos perentorios y prefijados en el marco del compromiso migratorio vigente con nuestros vecinos del norte se vean interrumpidos o acotados; por lo demás, considero que los resultados de la inasistencia de AMLO continúan rodeados de un particular misticismo, que no necesariamente se traducen en eventos trágicos.

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