“Gipsy” un amor de elefante, similar a lo que es una niña, juguetona y sociable

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En el Zoológico de San Juan de Aragón comenzará a escribirse una nueva historia de conservación y bienestar animal con la llegada de “Gipsy”, una elefanta africana que junto con “Ely” comenzarán a vivir otra etapa en manada, hecho que fortalece los esfuerzos de conservación de esta majestuosa especie.

“Gipsy” es una elefanta excepcional, asegura el médico veterinario Mario Soto, Jefe de Bienestar Animal en el Centro de Conservación “Zoofari”, de Morelos, quien considera a este ejemplar como su familia y la describe como “si fuera una niña”.

“Le encanta jugar, le encanta seguirte, seguirme o a la persona que esté en el albergue, siempre está pendiente de dónde estamos, de qué estamos haciendo y si no nos ve, nos busca, le encanta interactuar con nosotros, es un amor de elefante”, expresa siempre sonriente.

Mientras Mario describe a cabalidad la personalidad de “Gipsy”, ella lo observa y degusta un exquisito elote, su alimento preferido, aunque también le encanta la lechuga, el nopal y la manzana.

“A ‘Gipsy’ le gusta mucho socializar, de cierta manera es una característica de los elefantes que son animales que viven en manada y aunque nosotros no somos elefantes, somos parte de su manada, somos parte de su familia, le gusta mucho que le estén llamando, que le estén hablando, cuando tenemos sesiones para revisarla siempre coopera muy bien y cuando por algún motivo no se siente bien, que amaneció de malas o simple y sencillamente no quiere estar con nosotros, también nos lo hace saber de manera muy sutil, muy amable”.

Aunque suene extraño para algunas personas, Mario y Gipsy sí se entienden: “Tal vez les va a sonar raro, pero hasta con la mirada uno empieza a darse cuenta, cuando ya llevas tiempo trabajando con ellos empiezas a conocer su personalidad, cómo son, cuando amanecen de buenas, cuando tienen hambre, cuando quieren o tienen ganas de que tú estés ahí con ella. Aprendes a conocerla realmente hasta por la mirada, hasta por el modo de caminar, por el modo de mover las orejas y la trompa”.

Cuando Mario llega al albergue de la elefanta africana y ella está en una esquina de su dormitorio, de inmediato “Gipsy” corre al frente para verlo, levanta la trompa y empieza a mover las orejas.

“La saludo, si tengo a la mano algún elote que es lo que más le gusta o alguna fruta se la doy, sigo con mis cosas, pero siempre pendiente de dónde estoy (ella) comienza a comer y si la llamo siempre es como de: ¡oh, sí, aquí estoy y tú también estás aquí conmigo!, siempre es muy atenta a eso”.

“Gipsy” es una elefanta africana que llegó al Centro de Conservación “Zoofari” hace aproximadamente entre seis y siete años, desde ese día Mario Soto estuvo a su cargo, vio cuando llegó y cuando bajó de su transporte.

Recuerda que en esa ocasión, “Gipsy” se sintió un poco incómoda porque “Zoofari” representaba un lugar nuevo para ella, aunque no le fue difícil adaptarse. “Como viene o estuvo en un circo seguramente viajó por toda la República Mexicana, la conoce más que yo o cualquiera de nosotros, no le costó tanto trabajo. Creo que hicimos muy buena amistad porque nos llevamos bastante bien y empezamos a trabajar muy bien, empezó a comer, lo cual es muy bueno, no tuvo miedo a las personas que estábamos ahí con ella”.

Mario asemeja su convivencia con Gipsy como si fueran el agua y el café o la arena y el mar, “siempre juntos, siempre estamos en comunicación, digo aunque ella no habla y yo no hablo idioma elefante, siempre estamos en comunicación. A mi llegada aquí al centro, lo primero que hago es verla, revisarla que esté bien, que haya comido su cena, que haya hecho bien del baño, que haya tomado agua, que este cómoda, siempre es saludarla y darle los buenos días porque es alguien parte de mi vida, de mi familia”.

Hoy, Mario Soto admite que tiene sentimientos encontrados porque “Gipsy” tendrá un nuevo hogar y eso lo hace muy feliz. “El separarme de ella siempre es algo que te pega, más cuando estás trabajando con ella constantemente todos los días, pero estoy muy feliz también porque va a estar con otra compañera similar en edad, con casi el mismo historial, estoy casi seguro, por no decir seguro, que en algún momento de su vida se conocieron o vinieron aquí al país juntas (con Ely), lo cual va a ser bueno, volverse a encontrar o volverse a reconocer”.

Sostiene que los elefantes tienen una memoria privilegiada, por lo que está seguro que si en algún momento “Gipsy” y “Ely” se vieron, en este reencuentro se van a conocer y será muy bonito y muy agradable saber que regresaron a ser compañeras y a vivir juntas.

“Hay un poco de nostalgia porque no la voy a ver y a saludar todos los días, pero sé que va a estar en un lugar súper espectacular, cuidadas por personas espectaculares, por expertos que la van a tener igual que aquí de bien que nosotros y que va a estar con una compañera que también le va a hacer la vida muy agradable, muy feliz, que seguramente se la van a pasar jugando y divirtiéndose de lo lindo”.

Y porque los elefantes tienen memoria, Mario le reitera a “Gipsy” que siempre será parte de su manada. “Afortunadamente no se va tan lejos, lo cual me da la oportunidad de escaparme por lo menos un par de días de fin de semana y lejos de irme ya a la playa, ahora voy a irme a la Ciudad de México a disfrutar ya no de ‘Gyspy’ sino también de ‘Ely’. Cuando llegue (al Centro de Conservación de San Juan de Aragón) Gipsy me va a recordar porque ella no se va a olvidar de mí o de las personas que trabajamos todos los días aquí con ella. Te repito, no hablo su idioma pero me va a decir ´mírame estoy bien, estoy con una compañera y estoy feliz, gracias por venirme a ver, pero me quedo con ella”.

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