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Temoaya, Estado de México, 2 de julio de 2018. Como una alternativa de sustentabilidad ambiental, agropecuaria y de la industria alimentaria en el Estado de México, la lombricomposta se convierte en una opción para que los productores realicen actividades agrícolas apegadas a métodos orgánicos amables con el medio ambiente y con la salud humana.
Ejemplo de lo anterior es Ciro Antonio Domínguez Arzate y su familia, quien tras 13 años de producir fertilizante por medio de la lombricomposta, conocen las bondades de este producto 100 por ciento orgánico, pues con la producción del mismo han podido constatar la nobleza que este fertilizante tiene no sólo para el medio ambiente sino también para las personas.
“La gente se ha dado cuenta que una de las mejores formas para producir alimentos es de una manera natural, porque es más barato, más sano, más amigable con el medio ambiente y económico porque se bajan costos”, asegura el también ingeniero, quien, en compañía de sus dos hijos y su esposa han mantenido la producción de SILAgro (Sustentabilidad, Innovación y Liderazgo Agrícola) empresa mexiquense en la que además se brinda empleo a vecinos de la zona y capacitación gratuita a amas de casa, niños y familias interesadas en convertirse en productores de lombricomposta.
“Los desperdicios o basuras que son para algunos, para nosotros es dinero, nosotros convertimos la materia orgánica en dinero, entonces los productores de por aquí, los ganaderos nos regalan su materia prima porque para ellos no sirve y nosotros lo transformamos”, explica Antonio Domínguez, a propósito de que, como primer paso, reciben el estiércol de conejo, cerdos, reses y caballos como materia prima para alimentar a las lombrices de raza roja californiana.
Una vez que han recibido la materia prima, es necesario realizar una medición del PH de la misma; después de aproximadamente 10 días es cuando la materia orgánica alcanza los niveles de PH adecuados, ha soltado los lixiviados y ácidos necesarios, ha iniciado un proceso de pre-fermentación adecuado para el alimento de las lombrices.
“Silencio, lombrices trabajando” exige un letrero de fondo en el que seis camas o canteros con 40 toneladas de lombricomposta cada una, se extienden a lo largo del lugar en donde, asegura Antonio, “sucede toda la magia”. Es ahí donde las lombrices rojas californianas comen, duermen y se reproducen.
Silenciosas, pero constantes, los millones de lombrices trabajan a través de su digestión enriqueciendo la materia prima orgánica con bacterias, fitobacterias y algunas enzimas que darán nuevamente vida a la tierra con fines de cultivo.
En este paso, el trabajo de la familia Domínguez es alimentar a las lombrices con una capa de materia prima de aproximadamente 10 centímetros cada ocho días, mantener una temperatura de 25 grados y la humedad de las camas a un 80 por ciento con un riego de tres veces por semana.
“La densidad de población es algo muy importante, es un ser tan maravilloso la lombriz que si ve que la población es alta, pues desaparece sus órganos sexuales y deja de reproducirse, y si ve que la población está disminuyendo, etcétera, empieza a reproducirse con tal de ir controlando la densidad de la población”, explica Antonio.
El agua de los tres riegos semanales se recolecta en cada ocasión hasta producir un lixiviado de lombriz que pasa a una cámara de oxigenación para generar un proceso anaeróbico que acelera el trabajo de bacterias y fitobacterias, logrando que este líquido también sea un poderoso fertilizante orgánico y comercial.
Finalmente, llega el proceso de empacado, cuya presentación es en costales de 40 kilos en el caso del fertilizante sólido y tambos de 25 litros en el caso del material líquido.
“Charles Darwin dedicó 10 años de su vida a estudiar a la lombriz y él decía que es el animal más maravilloso porque cierra el círculo entre la vida y la muerte”, ilustra Antonio mientras habla de las bondades de regresar a los sistemas orgánicos de producción agropecuaria y la industria alimentaria con estos productos que son una fuente de microvida.
Cada año, SILAgro produce aproximadamente 350 toneladas de fertilizante sólido y 10 mil litros de fertilizante líquido que, gracias al trabajo de las lombrices, va enriquecido con nutrientes, microorganismos, minerales benéficos para reactivar los suelos de cultivo, siendo sus principales clientes los productores de la zona hortoflorícola y la región papera del Estado de México.
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