Análisis a Fondo
Francisco Gómez Maza
· Ciudad incontrolablemente violenta
· ¿Será eficaz la presencia de la GN?
Las cotidianas historias de la inseguridad y la violencia en la Ciudad de México, una de las metrópolis más extendidas territorialmente y una de las más pobladas del planeta, recorren el mundo diariamente y los ojos de la prensa occidental siempre están pendientes del horror que significa coexistir con criminales que, por quítame estas pajas, asesinan sin mirar a quién, tan sólo por despojarlo de una baratija. La capital mexicana es también escenario de luchas por el poder entre bandas de la delincuencia organizada.
Blanquita, por ejemplo, una joven señora, de baja estatura, de complexión delgada, una mujer indefensa, enfermera y cuidadora, tenía que viajar diariamente un promedio de cuatro horas para ir y venir a su lugar de trabajo. Viajaba en el Metro del centro de la ciudad hasta una estación de la periferia. Tres veces la asaltaron, a eso de las 21 horas. Sólo la despojaron de su monedero, con unas cuantas monedas que le servían para pagar el transporte, y de su celular que costaba un comino. La tercera vez que la atacaron, jóvenes aparentemente intoxicados con alguna droga -tíner, chemo, inhalante, cemento etcétera- le dieron una tremenda golpiza y le rompieron las cervicales.
Obviamente, la chica no pudo continuar trabajando, y tampoco pudo consultar a un servicio médico eficiente y cargó con el dolor que produce la ruptura de huesos de la columna vertebral. Y los asaltantes continuaron su perversa tarea de drogarse y de golpear a mujeres pobres sólo para robarles las baratijas que llevan en su barato bolso.
La Ciudad de México, cuya mancha urbana se extiende hacia interminables terrenos urbanizados del Estado de México, se volvió insegura con la modernidad, con la explosión del crimen organizado y del comercio de estupefacientes. Las autoridades, en manos de la autodenominada izquierda, siempre negaron la realidad, y no pudieron ni supieron cómo afrontar los altos niveles de inseguridad y violencia. Tanto, que hoy, es una de las concentraciones urbanas más inseguras del mundo.
No tiene usted que imaginar nada respecto a los niveles de inseguridad y violencia que tienen que afrontar los capitalinos, los habitantes y visitantes de la Ciudad de México. Los denostadores de López Obrador no reparan, porque así lo deciden, que la violencia ha venido creciendo independientemente de quién gobierne- Por ejemplo, el 2018, último de la administración Peña, la capital figuró como la más insegura y violenta de todo el país.
Alcaldías como Cuauhtémoc, Benito Juárez e Iztacalco, por ejemplo, encabezaron la lista donde más robos a transeúnte, a mano armada, a negocio y homicidios dolosos se registraron por encima de la media nacional; incluso las denuncias de violaciones y feminicidios se incrementaron, de acuerdo con registros del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC).
En su reporte anual de incidencia delictiva, la mencionada asociación civil, señaló que, durante los últimos cuatro años (hasta 2018), la capital del país ha ocupado el segundo lugar en robo a transeúnte a nivel nacional, mientras que el delito que más repuntó fue el narcomenudeo. El homicidio doloso aumentó, en el 2018, hasta en un 17% en comparación al año antepasado, llamando la atención que la tasa de feminicidio de la alcaldía Tlalpan fue 22.1% más alta que las cifras a nivel nacional. El robo con violencia presentó la tasa más alta del sexenio, hasta un 427.86%, con esta cifra por cuarto año la ciudad se colocó en el lugar número dos del ranking nacional. En Cuauhtémoc, la tasa por robo a transeúnte fue 880% más grande que la tasa nacional y 251% mayor de la tasa de la Ciudad de México de las que se tenía registro. Esa alcaldía se ubicó en el primer lugar del ranking de los municipios (a nivel nacional) con la mayor tasa por cada 100 mil habitantes por robo a transeúnte. Por su parte, la alcaldía Benito Juárez ocupó el primer lugar del ranking de los municipios (a nivel nacional) con la mayor tasa por cada 100 mil habitantes en robo a negocio. Las estadísticas del Observatorio Nacional Ciudadano detallan que durante el 2018 el delito de violación aumentó 124.1% con respecto a 2017, la CDMX paso del último lugar en el delito de violación al 24 del ranking nacional por entidad federativa. La comparativa revela que los delitos que aumentaron en las 16 alcaldías fueron: robo con violencia, robo a casa habitación y narcomenudeo.
Y sigue la mata dando. Todos los expertos en seguridad pública registran aumentos importantes. El registro de inseguridad en la Ciudad de México continúa al alza. Tan sólo en el primer trimestre de este año se comprobó que el robo de automóviles en la capital del país creció un 35%, en comparación con el anterior. Este delito es considerado por las autoridades el principal indicador de seguridad, porque carece de cifra negra; es decir, que todas las víctimas lo denuncian para iniciar con los trámites del seguro y deslindarse en caso de que la unidad sea utilizada para algún ilícito. Y no se pone énfasis en la trata de personas.
A veces este escribidor está tentado a creer que México no tiene remedio gobierne quien gobierne desde palacio nacional. El gobierno no dispone de un presupuesto suficiente para cuidar de la seguridad de los ciudadanos y para detener la violencia criminal.
Asaltos, asesinatos, feminicidios, secuestros, robos en casas son el pan de cada día. Y la inseguridad se incrementa exponencialmente en la ciudad, tanto que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador rectificó su política de seguridad para la ciudad. Al inicio del sexenio anunció la creación de una Guardia Nacional para enfrentar la inutilidad, complicidad con el crimen, corrupción de las corporaciones policiacas en todo el país, aclarando que en la Ciudad de México no operaría ese nuevo cuerpo policial-militar. Sin embargo, la inseguridad y violencia es tan preocupante que el presidente acaba de anunciar que sí operará la Guardia Nacional en la ciudad que alberga al gobierno federal.