Análisis a Fondo
Francisco Gómez Maza
· Pero ahora, en tu dislexia, cultivas el discurso de odio
· Mi general, hechos son amores y no buenas razones
Hay varios asuntos que quisiera tratar con ustedes, amigos lectores, como el odio que siembran en la sociedad algunos personajes que tuvieron su oportunidad de lograr grandes realizaciones, y en vez de mejorar las condiciones de vida de los habitantes de esta gran nación, las dejaron en situación lamentable.
Me pedirán que diga nombres, pero no tienen los nombres ninguna importancia. O sería darles mucha importancia. Que no la tienen. Y no por mencionarlos, denostarlos, como ellos lo hacen, va a cambiar ese estado de cosas que ellos depredaron.
Lo que sí es lamentable es que haya ciudadanos que, en su impotencia, se convierten en seguidores, fanáticos, de aquellos que los dejaron en la miseria económica, cultural, social y espiritual. Y se contagian del odio, muchas veces pasando a llevarse entre los pies a sus seres queridos.
Es parte del juego de lo que los expertos a modo llaman democracia esa división de los pros y los contras. El ser humano tiene la libertad a su favor para disentir unos de los otros. Pero no se vive la libertad cuando, en esos estiras y aflojas de los desacuerdos, se cae, consciente o inconscientemente, en el insulto soez, en la diatriba, en el discurso de odio. Esto es lo más terrible: “discurso de odio”, que es un suicidio porque el objeto de ese odio ni cuenta se da de que lo están odiando.
Esa manera de actuar (que no de pensar, porque quienes la siguen no piensan en el sentido aristotélico del pensamiento) no es hacer uso de la libertad ni menos gozar la libertad. Y perdonen la expresión, muy mexicana: eso es “no tener madre.”
Y hay un grupo, afortunadamente muy minoritario, pero muy ruidoso que, en su dislexia para leer la realidad social, política, económica que ya cambió radicalmente, que nunca volverá a ser la que fue hasta el 31 de diciembre del año pasado, van como invidentes (sin ánimo de ofender a los respetabilísimos invidentes), siguiendo a un líder también disléxico, que no acaba de aceptar que la realidad en México es ya totalmente diferente a la que crearon los líderes del pasado –de la que creó él-, aquellos que, a los intereses colectivos, antepusieron sus ambiciones personales y las saciaron ad nauseam.
Pero lo mejor será, poner oídos sordos a necedad. No hay mejor arma contra la stultitia que hacerse a un lado porque si se decide discutir con un stulto se corre el peligro de terminar como él amarrado en la camisa de fuerza de la sinrazón.
Un segundo asunto digno de comentarse es el mandato de la Guardia Nacional:
El comandante de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio, de acuerdo con los boletines de la prensa, aseguró que no habrá descanso ni tregua para cumplir las más sentidas demandas de la sociedad, como la seguridad. Durante el arranque oficial del nuevo cuerpo de seguridad, ceremonia escenificada en el Campo Marte, el general consideró conveniente que haya una “prudente administración de las expectativas a corto plazo, de acuerdo con la magnitud del reto en materia de seguridad que enfrenta el país”. Sin embargo, dijo que “en el mediano y largo plazos las expectativas, respecto de la Guardia Nacional, son del más alto nivel”. “Estamos conscientes de que alcanzar la paz que anhela la sociedad mexicana no sólo depende de acciones para la seguridad pública, sino también de acciones para mejorar el bienestar social y la recuperación del tejido humanitario”.
Bonitas palabras. Pero las palabras bonitas no dejan de ser bonitas si se convierten en buenos hechos. Acá, en México, los dirigentes nos tienen acostumbrados a los ciudadanos preocupados a decir y decir promesas que nunca se cumplen. Este escribidor espera que la Guardia Nacional no actúe como actúa la soldadesca espuria, criminal, violadora de todo, de mujeres y hasta de derechos humanos.
Y para rematar. El presidente López Obrador tiene que poner mucho cuidado en el discurso que pronunciará este lunes primero de julio, para conmemorar su triunfo electoral del año pasado. Claro. Le diré una cosa: no estamos para conmemorar triunfos electorales. Esos ya pasaron. Lo que la sociedad anhela es que el presidente cumpla sus promesas de campaña. Y hay tantas incumplidas y otras que se cumplieron en contra de la sociedad, como por ejemplo los despidos de trabajadores del aparato burocrático. Eso no se vale. Presidente. Eso es neoliberalismo puro, del que usted abjura a cada rato. Y no se me pongan machos los del discurso de odio. Jajaja.