Desde el corazón de la capital del país, durante la XVIII Feria Internacional del Libro en el Zócalo 2018 (FIL Zócalo) y como resultado del Seminario Internacional “Los derechos culturales y la paz en la ciudad” −convocado por la Organización de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos−, destacadas personalidades de la cultura dieron lectura, en una diversidad lingüística, a Cultura y Paz: Declaración de la Ciudad de México.
El documento −leído en coreano, francés, sueco, catalán, ruso, árabe, portugués, inglés, náhuatl y español−, exhorta a los organismos internacionales y a los gobiernos nacionales y locales a impulsar el desarrollo de políticas públicas basadas en los derechos culturales para reducir las diversas problemáticas que enfrenta la humanidad como la pobreza, la violencia, la desigualdad, la discriminación y la exclusión, entre otros.
Esta declaratoria, aprobada el 20 de octubre de 2018, fue leída en voz de diversos representantes de cultura que participaron a lo largo de las actividades del encuentro hecho el 19 y 20 de octubre en el marco de la entrega del Premio Internacional CGLU–Ciudad de México–Cultura 21.
Momentos antes de la declaratoria, el secretario de Cultura de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez Martín, presentó en el Foro Movimiento del 68, el libro “Derechos Culturales y Políticas Públicas. Reflexiones sobre la gestión 2014-2018 en la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México”, el cual dio a conocer ante diversos representantes de cultura de otros países.
Acompañado de Lucina Jiménez, directora general del Consorcio Internacional de Arte y Escuela A. C.; de Jordi Pascual, coordinador de la Comisión de Cultura de CGLU, y de Martín Levenson, asesor de la dependencia, Vázquez Martín enfatizó que esta publicación comparte su experiencia y el ejercicio comunitario efectuado durante su gestión para el mejoramiento de los que lleguen.
El también poeta y gestor cultural sostuvo que debe dejarse de lado la visión evangelizadora de la cultura, que refiere a las bellas artes y niega la diversidad, para desplazarse a una visión comunitaria donde la diversidad y el trabajo interinstitucional pongan en las agendas las necesidades de los ciudadanos.
“La cultura no es un adorno, tiene que ser un ejercicio ciudadano de todas y todos”, comentó y enseguida mencionó algunos ejemplos como la FIL Zócalo y la Fiesta de las Culturas Indígenas, Pueblos y Barrios Originarios de la Ciudad de México, como productos de una política cultural colaborativa que contemplan a todos los sectores de la población, asociaciones, organizaciones, instituciones públicas y privadas, nacionales e internacionales.
En tono nostálgico por el fin de esta administración que preside, pero de reconocimiento de un trabajo bajo los lineamientos internacionales como la Agenda 21 de la Cultura, subrayó: “Nos vamos muy contentos de lo que hemos hecho” y recordó cuando el poeta Javier Sicilia lo invitó a sumarse al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.
“Ver el dolor del país nos hizo pensar que en el centro de nuestras políticas culturales tenía que estar la construcción de la paz, que esta política podría ser una gran herramienta de trabajo, porque la principal tarea de este país es pacificarlo y creemos que la cultura tiene mucho que aportar desde la tolerancia, la gobernanza, el diálogo, el reconocimiento a la diversidad, la multiplicación de oportunidades de trabajo y la libertad de expresar lo que se está viviendo”, dijo.
Lucina Jiménez indicó que en este libro el público podrá encontrar la voz de todas las personas que trabajan a favor de la cultura, el fortalecimiento de la institucionalidad, la presencia de nuevos conceptos como la sostenibilidad, que permite ver desde una nueva perspectiva a las políticas públicas culturales, la institucionalidad y la transversalidad.
Martín Levenson puntualizó que esta administración impulsó la descentralización de la oferta de los bienes y servicios culturales con diversos proyectos, entre los cuales destacó las Fábricas de Artes y Oficios (FAROS); pero destacó la labor de paz y amor con la que cada acción se implementa en favor del reconocimiento del “otro”.
Durante el último día actividades del Seminario Internacional “Los derechos culturales y la paz en la ciudad”, especialistas y profesionales de la cultura de diversas ciudades y organismos compartieron su experiencia y su consideración de la cultura como pilar del desarrollo sostenible.
En el Foro Sergio Pitol, la Relatora Especial en la esfera de los derechos culturales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Karima Bennoune, ofreció la conferencia magistral “Los derechos culturales en el sistema de Naciones Unidas”, en la que introdujo al público a la manera como identifican las buenas y malas prácticas culturales, así como las problemáticas y violaciones a derechos.
En la actividad Ponencias de ciudades, realizada en el Foro Movimiento del 68, representantes de España, Francia, Corea del Sur, Italia, Canadá, Argentina y Ecuador, compartieron sus experiencias y posturas respecto de la importancia de la cultura como motor de desarrollo.
Enrique Avogradro, ministro de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, expresó que otro de los retos es esclarecer a la población la diferencia de la gestión cultural pública con el entretenimiento, y abordar las políticas culturales con perspectiva de género.
“La cultura es fundamental para construir ciudadanía”, manifestó el también presidente de la Comisión de Cultura de CGLU y compartió algunas experiencias como la “Noche de libreros” y el “Pase cultural”, tarjeta que brinda dinero a jóvenes estudiantes, únicamente para el consumo y asistencia de actividades culturales.
Loic Graber, secretario de Cultura de Lyon, Francia, ciudad ganadora del Premio CGLU 2018, comentó que en su metrópoli el presupuesto a cultura es el segundo rubro más importante después de la educación, por lo que la inversión a ambos sectores ha sacado de la ruina a Lyon, para posicionarla como una urbe en la que el crecimiento social se ha basado en los lazos creados a través de la cultura.
Monserrath Tello, secretaria de Cultura de Cuenca, Ecuador, explicó cómo esta urbe ha logrado el desarrollo cultural a partir de su adscripción al proyecto Ciudades piloto del CGLU, que propició la transversalidad de la cultura a partir de su convergencia en proyectos de otras instituciones y diversos programas como Geografías Sagradas y Fábricas Culturales, que han apostado por el conocimiento ancestral de su pueblo y el impulso a gestores culturales.
Park Hyun Jin, líder del equipo de cooperación cultural local de la Fundación Cultural de Seongbuk y Kim Ji-Hee, copresidenta de la Mesa redonda de Artistas de Seongbuk, ambas de Corea del Sur, compartieron su experiencia en la creación de la mesa redonda de artistas, que de 2014 a la fecha ha pasado de estar integrada por cuatro a 300 creadores, quienes se reúnen con su gobernante local para transformar la vida cultural de su ciudad.
Iñaki López Aguileta, editor de Penguin Random House Grupo Editorial, expuso la experiencia de Bilbao, España, a través del Museo Guggenheim Bilbao y señaló que “la cultura no es un gasto sino una inversión. Quien quiere hacer algo a favor de la cultura no se centra en sumarse a diversas declaraciones o documentos internacionales, sino en dirigir presupuesto a ella”.
Luca Bergamo, secretario de Cultura de Roma, Italia, subrayó que el capital público se ha vuelto privado, por lo que destacó la necesidad de cambiar la lógica financiera para hacer que la economía ayude a la población y a los sectores vulnerables. Por último, la ciudad de Dorion, en Canadá reveló sus avances en voz de su alcalde Guy Pilon y Michel Vallée, director de Cultura de Vaudreuil-Dorion, con un acercamiento a su proyecto Je suis, que procura hacer de la diversidad un motor de socialización.