La actual 63 legislatura zacatecana ha estado envuelta en diversas polémicas tanto colectiva como de forma individual por parte de alguno de sus integrantes, lo que refleja algunos aspectos que son importante analizar brevemente:
1.- La división congresista que en ocasiones se vuelve confrontación
2.-Ausencia de pertenencia e identidad con el Poder Legislativo que representan
3.- La pérdida de vista sobre el fondo de su función: la productividad legislativa.
4.- La urgente necesidad de modernizar al Poder Legislativo.
Lo anterior es producto de la nueva polémica en la que se ha metido la citada legislatura, pues en días pasados la diputada de Morena, Alma Dávila Luévano, denunció que se había dado un albazo legislativo al aprobarse una iniciativa de Ley que permitirá acortar los períodos ordinarios de sesiones para trabajar.
Y es que el pasado 19 de diciembre el pleno de la LXIII legislatura aprobó una reforma a la Ley Orgánica y al reglamento general del Poder Legislativo zacatecano, con lo cual se reducirá el tiempo de los dos períodos ordinarios de sesiones, que pasan de cinco a cuatro meses cada uno, lo que significa que solamente laborarán ocho meses y no 10 como está actualmente.
Cabe mencionar que la anterior legislatura (la 62) había aprobado la ampliación del período legislativo, pero la actual ya lo echó para atrás, al igual que a la desaparición de las llamadas “herramientas legislativas”, las cuales fueron reactivadas con otra figura por la actual legislatura.
La división de los congresos es normal en cualquier país o entidad federativa, pues por su propia naturaleza, es un hecho de normalidad democrática al estar ahí representadas las distintas expresiones políticas e ideológicas.
El problema en Zacatecas es que las propias expresiones parlamentarias están divididas y en algunos casos confrontados, lo cual afecta no solo la imagen de dicho poder, sino a la propia gobernabilidad parlamentaria, lo que es una manifestación de la falta de pertenencia e identidad con el poder que los congresistas representan.
La resultante de estos dos factores da en el clavo: la pérdida de vista de la función del diputado y por tanto, la baja productividad camaral.
Pero la denuncia que hiciera la diputada de Morena Alma Dávila Luévano, en la que sostuvo que la reforma aprobada había sido hecha de manera sospechosa, fue cuestionada por su homólogo priista, José María González Nava, presidente de la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política (CRIyCP) quien afirmó que la legisladora también votó a favor de dicha reforma a la que calificó de confusa y sospechosa, aunque en realidad votó en contra, puesto que el Presupuesto de Egresos 2019 se aprobó con 29 votos a favor y uno en contra, como lo reseñaron los distintos medios de comunicación.
El año pasado los legisladores zacatecanos trabajaron en promedio 10 meses y a partir de esta reforma solo laborarán ocho, lo que significa que sesionarían solo 64 veces y no las 80 como en la actualidad, lo que se traducirá en una disminución del 20 por ciento de la productividad legislativa.
En cuanto a la productividad legislativa, cabe mencionar que en el período ordinario de sesiones de febrero a junio del año pasado, se presentaron 113 iniciativas de ley, pero el 97% se fueron a comisiones, en donde se “congelaron”.
Por otro lado en el informe legislativo realizado en el 2018 por el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), se establece que los diputados zacatecanos ocupan el quinto lugar del país en cuanto a la mejor percepción salarial, al ganar 72 mil 319 pesos y además, son de los que tienen los mejores privilegios en prestaciones.
Los diputados zacatecanos ejercerán este año un presupuesto de 429 millones 364 mil 362 pesos, 12 millones de pesos menos con respecto al ejercido en 2018, pero mantendrán sus percepciones económicas y prestaciones tradicionales, así como las llamadas “herramientas legislativas” que ahora tendrán un mayor control administrativo.
Los congresistas zacatecanos serán más fiscalizados por la Auditoría Superior de la Federación, lo que permitirá frenar la discrecionalidad y opacidad en el manejo presupuestal, ya que ha sido muy cuestionado que el Poder que aprueba y se autoasigna el presupuesto, sea el mismo que se “vigila” el ejercicio.
Empero es importante establecer una auditoría social que evalúe la productividad legislativa, y se establezcan indicadores que permitan medir el rendimiento, tanto individual como colectivo de los diputados, lo que impactaría en un mejor rendimiento parlamentario.
Hasta ahora han prevalecido los acuerdos entre poderes y se ha mandado a un segundo plano el interés de los representados y la modernización y actualización de las leyes estatales.
¿Habrá interés por intentar modernizar y profesionalizar al Poder Legislativo zacatecano?
Al tiempo.
@juangomezac