Han pasado 35 años desde que se diagnosticó el primer caso de Sida en nuestro país y a lo largo de este tiempo, el panorama ha cambiado. Un aprendizaje crucial a nivel mundial consiste en entender que la lucha contra el VIH y el Sida va más allá de la salud pública, ya que esta pandemia demanda esfuerzos de coordinación y colaboración entre diversos actores para influir en las determinantes sociales que favorecen la transmisión del VIH, a la par de combatir los estigmas y prejuicios que aún pesan sobre las personas portadoras, producto de la ignorancia, que les vuelve altamente vulnerables.
La más reciente Encuesta sobre Discriminación en la Ciudad de México (EdisCDMX 2017) reveló que existe una mejora en la percepción de discriminación hacia las personas que viven con VIH/Sida en comparación con el mismo ejercicio del 2013; toda vez que actualmente las personas con VIH se ubican en la novena posición de un total de 41 grupos en situación de discriminación y en 2013 se encontraban en el octavo, pasando del 4.4% al 3.8%
El Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación en la Ciudad de México (COPRED), reconoce que existe miedo a un resultado positivo de la prueba y el futuro estigma relacionado con el VIH, la criminalización de ciertas prácticas, la limitación o negación de servicios de salud a personas que viven con VIH, las actitudes negativas hacia las poblaciones clave o en situación de vulnerabilidad, la divulgación del estado serológico sin consentimiento, la discriminación laboral y la falta de apoyo familiar y redes sociales como algunas de las barreras sociales que existen en el continuo proceso de detección-atención.
De acuerdo con datos del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el Sida (CENSIDA) para 2017, de las 220 mil personas con este virus en México, tan sólo 50 por ciento tiene una carga viral indetectable y únicamente el 64 por ciento conoce su diagnóstico positivo. A su vez, de ese porcentaje, el 93 por ciento accede a un tratamiento antirretroviral.
El Día para la Cero Discriminación fue proclamado por la Asamblea General de la ONU en 2013 y se celebra cada 1º de marzo. El distintivo que se utiliza es la mariposa, como símbolo de transformación para llegar a la discriminación cero.
Por lo anterior, ONUSIDA hace un llamado cada año para eliminar la discriminación, de manera prioritaria, en las instalaciones de atención sanitaria ya que es un paso clave para alcanzar la eliminación de sida para el 2030.
Aunado a lo anterior, identifica los siguientes retos:
- Prestar servicios de atención integral de calidad durante los servicios de detección, atención y tratamiento.
- Garantizar el acceso a opciones de prevención combinada como la Profilaxis Pre-Exposición (PrEP siglas en inglés) y reducción de daños.
- Prevención de la transmisión vertical, es decir, de madre a hijo/a.
- Ofrecer una educación integral de la sexualidad basada en evidencia científica, laica, en el marco de los Derechos Humanos y dirigida de manera principal a la población joven, misma que busque combatir los estigmas y prejuicios que pesan sobre las personas que viven con el virus.
De acuerdo a la ONU, el Día de la Cero Discriminación es una gran oportunidad para unirse contra la discriminación y celebrar el derecho de todas las personas a vivir una vida plena y productiva con dignidad. Nadie debería sufrir discriminación debido a su género, identidad de género, edad, discapacidad, origen étnico, orientación sexual, religión, lengua, condición médica o cualquier otro motivo.