Hay una teoría denominada de los cristales rotos, elaborada por Wilson y Kelling, con base en un experimento realizado por el psicólogo, Philip Zimbardo en el año 1969. Éste abandonó un coche en las calles del Bronx en Nueva York, sin placas y con las puertas abiertas, donde a los pocos minutos empezaron a robar sus componentes, a los pocos días no quedaba nada de valor, destrozándolo al final. Como segunda parte de su experimento, abandonó otro automóvil, pero con buenas condiciones, en un barrio rico de Palo Alto, California. Al paso de una semana no pasó nada, el coche permaneció intacto, entonces el psicólogo dio un paso más y golpeó la carrocería con un martillo. Al cabo de unos pocos días el coche estaba destrozado como en el del Bronx.
El resultado del experimento es claro: una vez que se empiezan a desobedecer las normas que mantienen el orden en una comunidad, tanto el orden como la comunidad se deterioran, en la mayoría de las veces a una velocidad sorprendente.
Es algo parecido a lo relatado en el libro de “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago, en donde se pierde la autoridad y cualquier persona al saber que nadie los ve, comete cualquier tipo de delito.
Así es en nuestra vida, hay que darle mantenimiento a nuestro hogar o automóvil, una casa siempre va a requerir impermeabilización, mantenimiento de la instalación eléctrica e hidráulica. Ese mantenimiento, aunque no luce tanto como pintar la fachada del edificio es sumamente importante, porque es la estructura del edificio.
De hecho, ahora que sucedió lo del sismo de septiembre de 2017, hablando con un ingeniero civil, me comentó que algunos de los edificios dañados, se debían a que su estructura estaba dañada por falta de mantenimiento, ya que, al no impermeabilizar, la humedad daña las varillas de las columnas y los hace más endebles.
Lo mismo, puede pasar con nosotros en cuestión física, ya que todos los seres humanos necesitamos mantenimiento preventivo.
En cuestión física, necesitamos una buena alimentación para obtener las vitaminas y minerales para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
Las vitaminas que necesitamos son la A, C, D, K y el complejo B (tiamina, riboflavina, niacina, ácido fólico y vitamina B12).
La vitamina A, nos ayuda a mantener sana la piel, así como, las mucosas del aparato digestivo y respiratorio. Es necesaria para la visión nocturna y fortalecer nuestras defensas, la encontramos en las espinacas, zanahorias, huevos, mantequilla, hígado y leche materna.
La vitamina E es antioxidante y ayuda a la formación de glóbulos rojos, la obtenemos de frutos secos como las nueces, legumbres, verduras de hoja verde, yemas de huevo y aceites vegetales.
La vitamina D, se produce de manera natural a través de la exposición solar y ayuda a la fijación del calcio en los huesos.
La vitamina K, interviene en la coagulación, la adquirimos a través de la leche de vaca, hígado, soja, brócoli, espinacas, tomate y coliflor.
La vitamina C mantiene en buen estado los vasos sanguíneos y previene enfermedades cardiovasculares, la proporcionan los cítricos.
El complejo B ayuda a multitud de procesos metabólicos del cuerpo, la obtenemos de la leche de vaca, leche materna, carne de cerdo, verduras, huevo, salmón, carnes rojas, legumbres y vegetales verdes.
Asimismo, necesitamos minerales como el zinc, cobre, yodo, selenio, hierro y calcio, porque son indispensables para el mantenimiento de la vida, el crecimiento y la reproducción. Los encontramos en alimentos como carne, huevos, mariscos, cereales y semillas, entre otros.
Las vitaminas y minerales se relacionan con la teoría de los cristales rotos, porque si nos descuidamos físicamente, podemos dar entrada a un sin número de enfermedades.
Una buena alimentación, siempre será la mejor medicina preventiva.