Le comenté que el grupo de los Tolucos que acompañaron al entonces Presidente Peña Nieto, se encargaron de empujar al partido al precipicio que terminó en las elecciones del 2018 en una verdadera catástrofe de derrotas.
Bueno, primero, porque en el 2016 impusieron las candidaturas para las 12 gubernaturas que se jugaron y de las que el PAN con el PRD les ganó siete, una cifra histórica. Obviamente le echaron toda la responsabilidad al entonces líder, Manlio Fabio Beltrones.
Si había dudas de ese actuar soberbio de ese equipo de los más cercanos al Presidente, basta recordar lo que Aurelio Nuño le hizo al actual líder del senado, Eduardo Ramírez cuando era un candidato natural a gobernar Chiapas por el PRI.
Quien es Aurelio Nuño, bueno era el entonces poderos Jefe de la Oficina de la Presidencia de la República y después secretario de Educación. Ese funcionario le dijo a Eduardo que por su cuenta corría que nunca sería candidato del PRI para el estado de Chiapas y lo cumplió. No lo dejó pasar a pesar que encabezaba las encuestas.
Junto con Miguel Angel Osorio Chong y Luis Videgaray construyeron la plataforma para los candidatos, amigos, obvio, para las 12 gubernaturas del 2016, el PRI venía en declive por la Casa Blanca, el caso Ayotzinapa y exgobernadores encarcelados por corrupción, entre ellos el de Veracruz, Javier Duarte.
Esos yerros plagados por decisiones en medio de soberbia y arrogancia, permitió el crecimiento del PAN y más de Morena con López Obrador que ganó con más de 30 millones de votos, un 53 por ciento de la votación para arrebatarles la Presidencia, ganar el Congreso, Senado y Cámara de Diputados, así como las seis gubernaturas: Chiapas, Puebla, Morelos, Tabasco, Veracruz y Ciudad de México.
Los riesgos del actuar de Aurelio Nuñó, llevaron al desprendimiento de un buen número de priistas, entre ellos los hoy aspirantes a gobernar Puebla, Alejandro Armenta, actual presidente del Senado, y Eduardo Ramírez a gobernar Chiapas, el mismo que quedó en lugar de Monreal como líder de los Senadores y coordinador de la bancada morenista.
López Obrador capitalizó ese descontento y convenció para llevarlos a su proyecto, pues consideró que son personajes con mucho valor que los peñistas no los valoraron.
Por eso hoy la sucesión de Monreal se registró sin el menor problema, el Presidente, después de la reunión el lunes, en el Centro Histórico en la cafetería de la librería Porrúa, dos días después se volvieron encontrar, López Obrador y Monreal para designar a su sucesor.
Quienes tienen para ese cargo, le preguntó el Presidente a Monreal.
Pues está, entre otros Eduardo Ramírez, le respondió Monreal.
Eduardo es una buena persona y es de la gente que ha trabajado por el proyecto, creo que es el bueno, no se hable más, le dijo el Presidente.
Hoy el PRI, su líder Alejandro Moreno “Alito” sigue remando contra corriente, pues, qué decir del último tiro de perder el estado de México porque su gobernador, Alfredo del Mazo decidió entregarlo para comprar impunidad.
Resultó ser un agachón y dejar a la candidata Alejandra del Moral a su suerte, por eso Alito le gritó que si le hacía falta carácter, que él se lo prestaba. De traicionero no lo bajaron. Y ahora esperar a que embajada lo mandan.
Sin embargo, como líder del PRI, podemos advertir que Alito lleva buenos puntos desde el 2021 cuando, junto con el PAN de Marko Cortés y el PRD de Jesús Zambrano unieron fuerzas para recuperar emparejar la Cámara de Diputados, le quitaron a Morena 50 legisladores que los obligó desaparecer la mayoría absoluta y frenarle, en automático que aprobaran todo lo que al Presidente se le ocurría.
Sin embargo, el efecto de esos priistas que abandonaron el barco y que los calificaron como traicioneros y después fueron expulsados, se manifestó en las gubernaturas que se fueron disputando, por ejemplo, Sinaloa, Sonora, Guerrero, Zacatecas, Campeche, Colima, Michoacán, Tlaxcala y Nayarit. La mayoría de esos ex gobernadores los designaron embajadores o cónsules.
Y como es costumbre de las voces de priistas inconformes, la culpa se la aventaron, igual que en aquel 2016 a Beltrones por ser el líder, ahora a Alito, por ser obviamente el nuevo líder del partido que recibió destartalado, moribundo y que hoy lo está tratando de estabilizar en una sobrevivencia del que se creía ya casi extinguido.
Mientras que esos priistas siguen bajo el resguardo del manto protector invisibles o escondidos, agachones ante los sistemáticos insultos del Presidente en las mañaneras y que nadie de ellos sale a la defensa, no tardarán en asomar la cara para pelear nuevos cargos ante las venideras elecciones.
Bueno, Alito lo sabe que así son los arribistas, que los dejen pasar, será otro boleto, en tanto la carrera que sigue es incrementar los votos, como lo hizo en 2021 donde recuperó de 40 a 70 diputados, para el partido, un avance significativo, aunque la prueba de ácido será el 2024.