Investigadoras de la UNAM, en colaboración con la Dirección General de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (DGCORENADR) desarrollan suelos artificiales, a partir del uso del cascajo, que sean útiles para la producción masiva de árboles empleados en la revegetación de zonas urbanas de la Ciudad de México.
Los suelos artificiales son mejor conocidos como “tecnosoles”, “tecnosuelos” o “suelos a la medida”. Se componen de materiales orgánicos e inorgánicos que buscan emular el funcionamiento de los suelos naturales y ser una alternativa para la producción agrícola, forestal, además de rehabilitar parques urbanos, camellones o superficies degradadas.
La creación de los tecnosoles ayuda al medio ambiente, pues permite reducir la extracción de tierra negra y otros sustratos de las zonas de conservación, además de revalorizar los residuos de la construcción y demolición que generan las ciudades, aseguró la académica del Instituto de Geología de la UNAM, Lucy Mora Palomino.
“En el contexto de la economía circular, los tecnosuelos aprovechan estos desechos que, en apariencia no tienen otro uso, entonces aquí los reutilizamos y los incorporamos nuevamente a un ciclo biológico al permitir el crecimiento de las plantas”, explicó la especialista.
Los tecnosuelos también podrían cumplir funciones como el almacenamiento de agua, regulación de temperatura y recarga de acuíferos, tal como los suelos naturales.
En la Ciudad de México se generan aproximadamente 14 mil toneladas diarias de residuos de construcción y demolición, que representan un problema para su manejo adecuado por lo que se contempla su reciclaje mediante el programa Basura Cero.
En febrero pasado, un equipo de investigadoras del Instituto de Geología inició un experimento para probar el cultivo de árboles de uso urbano en diferentes mezclas de tecnosoles. Para realizar estas actividades, la DGCORENADR compartió las instalaciones del vivero San Luis Tlaxialtemalco, además un grupo de trabajadores de la dirección general colabora en dichas tareas.
Los suelos a la medida que analizan las expertas están integrados por residuos de concreto, composta y residuos de madera. El cascajo proviene de una planta de reciclaje, mientras que los otros dos componentes son procesados por la propia DGCORENADR.
Como parte de la investigación, las especialistas cultivan cinco especies de árboles en ocho distintas mezclas de tecnosuelos; dichas mezclas varían en la proporción de sus componentes. A su vez, algunas cuentan con fertilización y otras no.
Las especies que se cultivan en pequeñas parcelas son la falsa orquídea o pata de vaca, níspero, fresno, ahuejote y pino. Estas se eligieron porque son producidas por la DGCORENADR para labores de revegetación urbana.
Por ahora, se ha observado que especies como el ahuejote y el níspero se han adaptado mejor a los tecnosoles y su crecimiento compite bien ante ejemplares de la misma especie plantados en el peat moss, comentó Thalita Abruzzini, también integrante del equipo de académicas del Instituto de Geología de la UNAM.
Para tener un punto de comparación o testigo, el experimento incluye el cultivo de ejemplares en un sustrato llamado peat moss, el cual es muy utilizado en la producción agrícola y forestal.
Al finalizar septiembre, se cumplió la mitad del ciclo de crecimiento de las unidades experimentales y por ello, el grupo de investigación tomó al azar una muestra de parcelas para estudiar en el laboratorio, por separado, las raíces y partes aéreas de las plantas, así como las mezclas de tierra. La finalidad es conocer sus características, posibles cambios a lo largo del tiempo y la dinámica de los nutrientes.
Cuando se cumpla aproximadamente un año del arranque de la investigación también concluirá el ciclo de crecimiento. En ese momento, se tomará otra muestra de parcelas para repetir los estudios y hacer los comparativos con las unidades cultivadas con peat moss.
También se contemplan estudios de microbiología para evaluar la presencia de micorrizas y de hifas de hongos que actúan de manera muy eficiente para que las raíces capturen nitrógeno y fósforo, así como evaluar la estructura de comunidades microbianas en los tecnosoles, comunidades que hacen fértiles a las tierras, detalló la investigadora Thalita Abbruzzini.
Los datos que se recaben servirán para saber qué especies de árboles se adaptaron mejor a los tecnosoles y qué mezclas de estos suelos fueron las más funcionales.
Lucy Mora y Thalita Abbruzzini, junto con otras investigadoras llevan cerca de seis años experimentando con los tecnosoles. En 2019 empezaron a colaborar con la Corena debido al potencial del uso de suelos artificiales en la producción masiva en viveros y así reducir la extracción de tierra.
Cuando inició esa colaboración, las expertas se dedicaron a identificar las mejores mezclas de tecnosoles, por lo que ahora están refinando esa información.
El uso de los tecnosoles es importante porque sirven “para la protección del recurso suelo, principalmente evitando el saqueo de suelo de zonas de conservación”, además de mitigar la disposición inadecuada de los residuos de la construcción, señaló Thalita Abbruzzini.
Agregó que la extracción de materiales como el peat moss “se ha vuelto no sustentable y por eso estamos probando estos materiales nuevos como una alternativa”.
El peat moss se obtiene en unos cuantos lugares del mundo y los países como México lo tienen que importar. Al disminuir su uso, se reducirían los costos para producir ciertas especies de plantas que podrían producirse sin problema en tecnosoles, planteó Abbruzzini.
El proyecto actual de investigación también ha permitido convocar a alumnos del taller de tecnosuelos de la Facultad de Ciencias de la UNAM para complementar su formación.