Análisis a Fondo
Francisco Gómez Maza
· El crimen no duerme; esté muy alerta
· Aumentan las llamadas para fraude
Los malandrines andan muy envalentonados; como que su intención es retar a las fuerzas de seguridad; jugar a las vencidas, como dice el presidente López Obrador. A ver quién es más poderoso. Y se llevan entre las patas a la población, que ni la debe y sí la teme porque vive con el “Jesús en la boca“, como dicen las señoras hijas de maría o de la vela perpetua.
La policía de Uruapan, Michoacán, informó hace unos días, el ocho de este mes de agosto de 2019, del hallazgo de 19 cuerpos, algunos de ellos desmembrados, en diferentes puntos del municipio. En el estado de Puebla, habitantes lincharon a cinco individuos que presuntamente intentaron secuestrar a una persona. Ambos casos están bajo investigación.
Las fuerzas de seguridad detuvieron a 14 presuntos miembros de la delincuencia organizada, que podrían ser parte del grupo que perpetró la carnicería en Uruapan y, en referencia a los linchamientos, el gobernador poblano, Miguel Barbosa explicó que “hay una profunda debilidad del estado de derecho en nuestra entidad (y yo digo que en la mayor parte del país y más en la Ciudad de México); las autoridades comunitarias, municipales y estatales no han sabido garantizar a la gente la seguridad pública, la paz y la convivencia necesarias para alcanzar una vida digna”. Entonces, agregó, la sociedad “se encuentra harta ante el abandono gubernamental”, pero sostuvo que es “inaceptable e ilegal” la búsqueda de la justicia por propia mano, luego de que la misma es obligación del Estado.
Felipe Calderón azuzó el avispero con aquella estúpida declaración de guerra al narcotráfico y la delincuencia organizada. Sólo se logró una enorme cantidad de muertos. Dicen que como cien mil. Yo no lo sé de cierto. Es probable que más de esa cantidad. Luego vino el ícono de la corrupción, Enrique Peña. Éste se dedicó a perseguir a las cabezas importantes de la hidra criminal y lo más que logró fue que los cabecillas se reprodujeran exponencialmente a cada detención de uno de esos llamados capos, imitando el lenguaje que utiliza la mafia italiana
Y de muertos, pues por lo menos, al terminar el sexenio, se duplico la cifra que se registró en el sexenio calderonista. Detuvieron a Joaquín El Chapo Guzmán, se fugó nuevamente, especialista en fugas; lo exportaron a Estados Unidos y allá fue condenado a Cadena Perpetua, con lo que los jenízaros del crimen incrementaron su actividad. El más reciente trofeo criminal es la veintena de muertos en Uruapan, asesinados con el sadismo más perverso. Ya en tiempos de la 4T que no acaba de encontrarse ni encontrar el camino para llevar las riendas de este potro encabritado llamado México.
De asesinatos de periodistas ya ni hablar. Van por lo menos una docena en los primeros ocho meses del año y con esto México es ya considerado por organizaciones defensoras de los derechos de los periodistas, como “el país más peligroso” para ejercer el periodismo. Ni Siria, por decir algo.
Pero lo que a este escribidor lo que más le preocupa es el delito de extorsión que ya se puso de moda. Menos violento y más productivo. Yo recibo un promedio de dos decenas, a veces más, de llamadas sin nombre. Algunas ya monitoreadas por la compañía telefónica y traen la leyenda “denunciada por fraude”. Afortunadamente, no acostumbro responde a los números sin razón social o sin nombre. Tengo bien controladas las llamadas que puedo contestar, las de algunas instituciones gubernamentales y empresa privadas, centros de estudios universitarios o consultoras, amigos, pero jamás de los jamases responde a una llamada anónima. A ver quién se cansa primero. Si los presuntos extorsionadores. Yo, ténganlo por seguro, no voy a cansarme de oír y oír el timbre de las llamadas de la delincuencia.
Ese tipo de llamadas anónimas era ya un esfuerzo de delincuentes para esquilmar a los tontos. Venía aumentando porque tiene mucho éxito y deja buen billete. Pero en este año de 2019 se ha incrementado exponencialmente. Yo le advierto, amigo lector, amiga lectora. No responda nunca a un teléfono que no conozca, que no sea de un familiar o persona cercana. Ni siquiera responda a las llamadas que presuntamente le hacen de su banco. No traen nombre. Y si no lo traen pueden ser de un extorsionador.