Los últimos acontecimientos de violencia inédita y salvaje, de ausencia de proyecto de desarrollo estatal y de insensibilidad en el respeto a los derechos ciudadanos y a la palabra del gobernante, nos obligan a pensar en nuestro futuro y plantearnos la pregunta ¿Hacia dónde vamos en Zacatecas?
En el abecedario de la política nacional y en especial, en la geopolítica de la nomenclatura de la clase gobernante, Zacatecas se encuentra en el último lugar y como tal, es el trato que ha recibido ancestralmente, puesto que su aportación a la economía del país es muy bajo y el número de habitantes, debido a la alta migración que históricamente registra, es muy limitado.
Este problema de despoblamiento en muchos de sus municipios que conforman al estado, le cobró factura cuando el entonces Instituto Federal Electoral (IFE) en el año 2005, le redujo a solo cuatro de los cinco distritos federales electorales, por su comportamiento poblacional a la baja.
Aunado a lo anterior algunas comunidades de la geografía zacatecana han registrado un éxodo por diversas causas: por la alta marginación, por el cierre de industrias tanto foráneas como locales, pero en los últimos meses, la violencia ha empujado al abandono de tierras, casas y comercios en distintas comunidades del estado, a causa del desplazamiento de familias enteras.
El estado de Zacatecas tiene hoy el nada honroso primer lugar de poseer territorialmente hablando, al municipio de mayor inseguridad en el país, Fresnillo, que es la ciudad que mayor aporta a la productividad en el estado y es la más grande en la entidad federativa.
Por si fuera poco, Fresnillo es la ciudad que ha sido gobernada por tres hermanos del Clán Monreal: Rodolfo, David y actualmente Saúl, pero además, el estado es gobernado por el segundo, quien ha marginado políticamente a su hermano menor de todo tipo de atención, especialmente el referente al reforzamiento de la seguridad. Inexplicable.
Bueno, si hay una explicación y tiene que ver con la proyección político electoral: el gobernador David Monreal Ávila trabaja afanosamente por impulsar las candidaturas al senado de la república de su ex cuñada y superpoderosa delegada de la Secretaría del Bienestar en el estado y responsable de los Programas Sociales del gobierno federal, Verónica Díaz Robles y del presidente municipal de Guadalupe, Julio César Chávez Padilla.
En esta estrategia margina a su hermano, el alcalde de Fresnillo, quien por cierto cedió su candidatura para que David fuera el candidato de Morena a la gubernatura del estado, convencido por el presidente López Obrador y por el senador Ricardo Monreal Ávila.
Lejos de reconocer el “sacrificio” político del actual presidente municipal de El Mineral, el actual gobernador lo margina de toda acción, programa y espacio público, para impulsar los perfiles de Díaz Robles y Chávez Padilla, a pesar del escenario cruel que vive hoy Fresnillo, en donde el Secretario de Seguridad Pública, Adolfo Marín ni siquiera se aparece, menos contesta una llamada del Edil.
Los cruentos resultados
El horror en Zacatecas no tiene límites. Desde el primer día de asumir la representación del Poder Ejecutivo, David Monreal Ávila fue recibido con violencia y con una narcomanta que le aludía personalmente.
Al mes de su gobierno ya sumaban 220 muertes ligadas a la violencia del crimen organizado, un promedio de siete muertes diarias.
Los asesinatos de miembros de las corporaciones policíacas iniciarían el 9 de octubre, cuando fueron asesinados cuatro policías estatales a unos cuantos metros del C5 a plena luz del día.
El video del ataque se viralizó a nivel nacional, porque madres de familia protegieron con sus cuerpos a sus hijos en un campo de fútbol, cuando se tiraron al piso para resguardarlos de los proyectiles percutidos en un ambiente de terror.
El año pasado (2021) se registraron en el país, de acuerdo a publicaciones en medios de comunicación, 401 policías asesinados, y las entidades federativas que mayor número de uniformados caídos registró fueron Guanajuato con 54; Estado de México, 47; Zacatecas, 36; Veracruz 30 y Chihuahua, 27.
De acuerdo a la organización civil Causa en Común, del 1 de diciembre de 2018 al 31 de diciembre de 2021, se han registrado al menos 1,415 policías asesinados en México.
Hasta el 26 de enero de este incipiente año habían sido asesinados 12 policías en Zacatecas, de los 30 ultimados en el país, de acuerdo a la organización Causa en Común.
Zacatecas es el estado con la mayor tasa de víctimas de homicidios dolosos en México, con 61.51 crímenes por cada 100 mil habitantes y también, es el tercer estado con el mayor número de asesinatos de policías en activo con 29, hasta el 17 de octubre de 2021. Al término de ese año sumaban 36, como se indicó anteriormente.
Pero en solo 46 días se generaron 155 ejecuciones ligadas al crimen organizado en el estado, período que comprende del 25 de noviembre del 2021 al seis de enero de 2022.
Por si fuera poco, del seis de enero, momento en el que abandonaron una camioneta con diez cadáveres en la Plaza de Armas del Centro Histórico de la capital zacatecana, al sábado 5 de febrero de este año, momento en el que en distintos hechos se contabilizaron en medios de comunicación 19 víctimas asesinadas (10 arrojados y maniatados en la comunidad de El Pardillo III; 6 colgados en una bodega en la comunidad de Santa Elena en Pánfilo Natera, un ejecutado en Zacatecas, otro más en Guadalupe y un taxista en Morelos), el recuento de la sangría es impresionante y fuera de control.
La respuesta del gobernador ante este escenario solo ha exhibido la debilidad e incapacidad para contener el desbordamiento de la violencia y el avance en el control territorial de las células criminales:
1.- Afirma que “los muertitos” los siembran los gobiernos de estados vecinos.
2.- Clama la ayuda de Dios para detenerla. “Hay que encomendarnos a Dios”, implora.
3.- Justifica que es una “herencia maldita”
Y aunque la violencia tiene efectos muy negativos en la tranquilidad de los zacatecanos por la vulnerabilidad y abandono de la autoridad por su seguridad personal y patrimonial, afecta a las inversiones y al comercio establecido por el “cobro de piso” a muchos pequeños y medianos negocios.
Eso no es todo. El mandatario enfrenta la falta de sus compromisos con el magisterio zacatecano, quien lo apoyó en su campaña por la gubernatura y en respuesta, la falta de pago y de violación a los derechos contractuales es la divisa hasta este día, motivo por el cual, este lunes 7 de febrero programaron una movilización para exigir el pago de su quincena del mes de enero.
Lejos de ayudarles, exhorta a los líderes magisteriales a que hagan las gestiones y las protestas en la ciudad de México, en las oficinas de la Secretaría de Educación Pública. Impresionante que traslade sus responsabilidades como gobernante y como patrón de la educación estatal.
Hay un tema más: su alejamiento y confrontación con el sector privado zacatecano y con el minero, el de mayor generación de empleos en el estado, pero por razones de espacio lo abordaremos en otra ocasión.
¿Hacia dónde vamos con este gobierno morenista en Zacatecas?
Al tiempo.
@juangomezac