AMLO no debe temer a “líderes” fantoches

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FRANCISCO RODRÍGUEZ

Es una anécdota muy conocida en la Commonwealth: cuando Geoffrey Howe, el ministro de Finanzas de la premier Margaret Thatcher, estaba buscando a quien encabezara y en los hechos ayudara a liquidar la empresa estatal del carbón, la British Coal, sucedió algo muy interesante:

‎Un alto directivo de la paraestatal le dio el mejor consejo posible, relata la revista Forbes: “la persona a quien usted nombre debe cumplir sólo una condición, no tenerle miedo a Scargill. Arthur Scargill era y aún es el líder eterno del sindicato de mineros metalúrgicos.

En México las cosas no han sido diferentes, el mayor reto que han tenido los directores de Pemex es negociar con dureza, erradicar la corrupción y no tenerle miedo al líder eterno del sindicato de la petrolera. Ahí radica el nudo gordiano de la paraestatal.

Esto es así desde que Carlos Salinas de Gortari ungió al ex chofer de Joaquín Hernández Galicia, lo invistió de poderes extra constitucionales para poner a los directores, a los secretarios de Energía y a a quien se le pusiera enfrente para llevar a cabo todos los atropellos en contra de los trabajadores, de la industria y de la Nación. Así, como suena.

El poder delegado en Romero Deschamps, y de éste en los 36 caciques seccionales favoritos, es inconmensurable. Pueden hacer y han hecho lo que han querido para disponer de los recursos y de los establecimientos nacionales hasta dónde les ha venido en gana. Así ha sido desde hace 36 años. Desde el injusto encarcelamiento de La Quina.

La enorme influencia del sindicato petrolero

El sindicato de Pemex influía desmedidamente en todas las decisiones, contratos, áreas de explotación, embarques, distribución, manejo de ductos en toda la geografía mexicana, precios del barril de crudo, clientes, empresarios favorecidos para entregarles partes de la petroquímica y de los servicios, y un largo etcétera.

Cuentas van y cuentas vienen sobre las existencias de reservas probadas, capacidad de producción, capacitación, millones de barriles diarios que salen de los vientres petroleros y utilidades netas de la única industria que sostiene a este país. Nadie en todo el panorama se atreve a decir la verdad. Unos por conservar la chuleta y los demás por miedo a la capacidad de fuego instalada en los caciques de pistola sucia.

Pemex es sin duda una de las principales empresas petroleras del mundo y uno de los factores más importantes del mercado norteamericano, que es el más relevante a nivel global. Es el corporativo más grande de México y es el motor de crecimiento por sus niveles de inversión.

Es una de las empresas más reconocidas por la diversidad y el volumen de operaciones financieras y cuenta con esquemas de vanguardia para la ejecución de procesos financieros y gran agilidad de interacción con proveedores y contratistas de todo el mundo. Sin embargo, hoy está quebrada. Debe más de lo que tiene.

Ha sido saqueada por los gobiernos anteriores. Su inmensa deuda, que asciende a más de cien mil millones de dólares, no fue consecuencia de las necesidades reales de la empresa, sino de una forma de financiamiento del gasto público total, improductivo y anticonstitucional.

Incongruencias en el trato a Pemex y al Fobaproa

La deuda de Pemex es la nueva versión de la que tuvo entre sus manos el Fobaproa – IPAB, con una deuda igual de los banqueros privados, sólo que esta deuda ha sido para sufragar el gasto de operación del gobierno federal durante los cuatro sexenios anteriores. Y aunque la deuda pública, según la Carta Magna debe destinarse a inversiones que produzcan sin incremento en los impuestos, aquí no fue así.

Para esquivar el mandato constitucional, las sucesivas administraciones mantuvieron muy pesada la carga fiscal de Pemex, obligándola a contratar deuda soberana. Sin ese dinero, el gobierno federal no hubiera podido mantener sus gastos de operación, crecidos de modo turbo desde el foxismo.

Se transfería el dinero de una bolsa a otra para elevar el gasto improductivo, mientras la inversión de Pemex se tenía que financiar con créditos del extranjero, después de saquear todos los días a la empresa paraestatal. Las leyes de ingresos ponían la cuota fija que diariamente Pemex debía entregar como contribuciones.

Ríos de dinero hacia las cuentas de los gobernantes

‎México, dice Pablo Gómez, cometió el mismo error que otros países pobres del mundo: dilapidó sus excedentes petroleros en gastos de mantenimiento político, meramente operativos, de una burocracia costosa y parasitaria, así como en subsidios. La inmensa corrupción llevó ríos de dinero hacia las cuentas de gobernantes, fruncionarios y contratistas.

Gran parte del dinero procedente del petróleo se usó en sufragar gastos administrativos del gobierno. La tolerancia hacia la evasión fiscal era menos problemática porque más de un tercio del presupuesto se cubría con los excedentes petroleros. Un esquema parasitario, hecho por parásitos.

Ante la quiebra total, Pemex ha tenido que reducir ‎drásticamente sus inversiones. Cayó la producción y la empresa petrolera fue presentada como el fracaso más grande, aunque corrupción y huachicol repuntaban hacia arriba.

Falta por concretar: atacar de raíz la corrupción caciquil

El nuevo gobierno está ahora entregando recursos frescos a Pemex, ha rebajado parte del pago de sus derechos fiscales y autorizó una reconversión de deuda. Se ha evitado más del 90% del robo de combustibles y finalmente puede estar en camino de convertirse en una empresa saneada y floreciente.

La autorización del Senado para declararse en quiebra, entrar en concurso mercantil y deshacerse de activos improductivos, puede ser otra medida del saneamiento institucional. Hasta ahí, bien. Pero lo más importante falta por concretar: atacar de raíz la corrupción caciquil que devora sus entrañas y las del presupuesto nacional.

Lo primero: cortarle las manos a los líderes sindicales y a los responsables en plataformas marítimas del Golfo de Campeche para acabar con el robo de un millón diario de barriles de crudo cuyas exportaciones fraudulentas no ingresan dinero a las cuentas nacionales. Con este solo hecho, se alcanzaría la meta de producción diaria de 2.6 millones de barriles de crudo, más lo que representaría para los programas sociales del nuevo régimen.

Lo segundo: iniciar de inmediato la perforación de las riveras campechanas de la Laguna de Términos, donde se encuentra una reserva gigantesca del doble de las reservas probadas venezolanas.‎ Olvidarse de los descubrimientos chiquitos del peñanietismo y enfrentar esta gran empresa que convertirá a México en una gran potencia petrolera.

Lo tercero: aplicarle a las empresas favorecidas por las rondas de hidrocarburos la simple receta de revisar en sus instalaciones las cantidades exactas de extracción en cada campo petrolero de tierra, aguas someras y ultramar.

No tenerle miedo a los líderes empoderados por fantoches

Por último, recordarle al Presidente López Obrador el consejo a la Thatcher sobre el poder de Scargill: no tenerle miedo a los líderes empoderados por fantoches. Está en medio el respeto a la soberanía nacional. El respeto a los supremos intereses del país.

Frente a éstos, nadie tiene derecho a arrugarse, a acojonarse.

¿No cree usted?

Índice Flamígero: De don Miguel Ramírez, como cada semana: “Ningún Presidente de la República había sido tan obstaculizado en el desempeño de su cargo como ahora lo está siendo López Obrador. Son tres grupos los encargados de obstruir su labor: empresarios, partidos políticos y prensa escort. Los primeros añoran esos cercanos tiempos en que despachaba en Los Pinos algún miembro del PRIAN y que para conseguir grandes negocios sólo bastaba utilizar el mejor lubricante que hay para mover cualquier maquinaria en México: la corrupción. Los partidos políticos siguen sin reponerse de la golpiza que les propinaron AMLO y Morena en las elecciones de hace un año y como sólo se necesita tener un poco de memoria para recordar la pésima situación en que su administración colocó a nuestro país, se ve verdaderamente difícil que la sociedad mexicana los acepte. Y la prensa escort continúa inmersa en un desprestigio muy grande y carece de un mínimo de ética para que quien la lea pueda creerle. Independientemente de que los mencionados grupos no provocarán que la gente los apoye, bien le haría a AMLO evitar ponerse los guantes cotidianamente con cualquiera que lo confronta. Evitar asignarles calificativos y epítetos ofensivos. Simplemente mencionar todo lo ilegal que encuentre y ya el ciudadano verá cómo nombra a quienes hayan cometido tales delitos. Aunque parece que ya entró en vías de solución, el problema suscitado con la PF no deja de ser delicado, ya que, obviamente, esta organización está siendo utilizada por los enemigos de AMLO para ocasionarle problemas. En México, ningún grupo policiaco cuenta con la simpatía de la gente. La PF no es la excepción. Ante lo que ven venir, los miembros de la PF están cometiendo actos condenables e irrisorios. Entre los primeros está el bloqueo de carreteras y entre los segundos destaca su petición para que Felipe, hic, Calderón sea su ¡¡delegado sindical!!. El caso Odebrecht está tomando forma y ya se ha solicitado la aprehensión de Emilio Lozoya y algunos de sus familiares. Evidentemente, Lozoya no es la principal pieza involucrada con el conglomerado brasileño, ya que alguien de mayor nivel debe de haber dado el visto bueno a todo lo que hacía el exdirector de Pemex. No es necesario dar el nombre de ese funcionario, simplemente con decir que sus principales características se presentaban en un combo de tres piezas: ignorancia, corrupción y frivolidad, ya se le puede identificar.” ++ + Escribe Eduardo Betancourt Ornelas: Una aclaración al ciudadano Andrés Manuel López Obrador, quien en La Mañanera del viernes 7 dijo que Fidel Castro y el Che Guevara se conocieron, o se reunían, no recuerdo con precisión, en el Café la Habana de Bucareli y Morelos en el entonces Distrito Federal, lo cual nunca sucedió, por la sencilla razón de que el hoy emblemático café aún no abría sus puertas. La gloriosa aventura del Granma inició su viaje desde las aguas del Río Tuxpan hacia las costas cubanas un 25 de noviembre de 1956 para, tras la epopeya de Sierra Maestra, triunfar un primero de enero de 1959, registra la historia. El Café abrió sus puertas en 1958, lo fundó don Francisco Cama Huerta, cubano, quien un año después, septiembre de 1959, lo traspasaría al General Felipe Astorga Ochoa, con quien me ligó una gran amistad. Descendientes de ambos viven y podrían corroborar el aserto. En la hoy Alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México no hay ningún antecedente del restorán anterior a 1958. Lo de las visitas de Fidel y El Che al Café la Habana es una leyenda urbana que se ha dejado correr.”

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